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18/06/2006
Comer a las puertas del cielo
El nuevo restaurante de Santi Santamaría, en lo más alto del skyline de Barcelona
Texto: Barbara Schwarzwälder
Barcelona no se podrá quejar, al menos en lo que al panorama gastronómico se refiere: Acaba de ser inaugurado uno más de estos restaurantes espectaculares que se han puesto como de moda en los que se unen un diseño y unas vistas extraordinarios con lo mejor que se pueda imaginar un paladar exigente. Hace pocas semanas que ha abierto sus puertas Evo, el tercer restaurante de Santi Santamaría, que tiene una particularidad: Está ubicado en lo más alto del Hesperia Tower, un hotel de cinco estrellas que se alza a más de 100 metros de altura en las proximidades del aeropuerto del Prat del Llobregat. Un hotel lujoso y exuberante proyectado por el arquitecto Richard Rogers que ha modificado el skyline de L'Hospitalet, ciudad dormitorio que comienza donde acaba el aeropuerto de Barcelona. Antes de sentarse a la mesa en el Evo, algún que otro comensal se debate entre el miedo a las alturas y las ganas de disfrutar y comer bien. Intuyendo las delicias que le esperan arriba, en esa cúpula de cristal con aspecto de Ovni pegado al rectángulo del hotel, el comensal no tiene más remedio que arriesgarse a subir en un ascensor con unas vistas que con cada metro que asciende se vuelven más espectaculares. Donde parece que ya no pueda subir más sin tener la sensación de viajar en un helicóptero, el ascensor se para, y el comensal, habiendo superado esa primera prueba, entra en el nuevo templo de Santi Santamaría.
Todo encaja en el ovni, como si fuera un mundo aparte, en el que el orden se rige por otras normas. El personal está a la espera y recibe uno diría que con ilusión a los huéspedes. Las mesas, cada una de ellas decorada con una escultura de bronce que representa un animal fantástico, tienen todas una vista espectacular sobre esa región más bien industrial situada entre Barcelona y el aeropuerto: geografías de vías férreas, los bloques alineados del barrio popular de Bellvitge, Montjüich, el mar, la zona Franca y la autopista son parte de ese paisaje que, según la hora, baña en luz naranja la puesta de sol y luego las luces de la noche convierten en cuadro dinámico, urbano y abstracto. Se suceden la diligencia y la amabilidad hecha metre, camarero y somelier. La carta diseñada en forma de libro introducido en una caja es otra muestra de buen hacer. Hay mucho que escoger, y de hecho se agradece la poca variedad en los precio: 135 euros por persona es lo que cuesta el menú degustación o la elección a la carta. Ya con los nombres de los platos, la boca se hace agua. Se prevé un muestrario de la marca Santamaría, aunque aquí todo quede en manos del chef Ismael Alegría: una cocina muy contemporánea que no renuncia, sin embargo, a sus raíces. Un apego a la terra, al acento catalán, como ha dicho Santi Santamaría. Un somelier de acento francés y muy atento ayuda a dar con el vino apropiado en una carta de vinos completísima. "Les presento el pan" - esta frase, que pronuncia la camarera mientras muestra una caja con cinco variedades de pan que se degustarán a lo largo de la cena, ilustra el tratamiento que en el Evo se le dispendia al alimento, convertido en objeto de culto y en una sucesión de placeres para el paladar y los cinco sentidos:
El surtido de entrantes, que incluye maravillas como espárragos rellenos de huevas, berberecho en su gelatina o rollitos con aguacate, todas ellas reconocibles en su sustancia y materia. Siguen una fantástica sucesión de delicias, como: crema de cebolla con cigalas, mousse de habitas a las tres texturas, espárragos blancos con acelga roja, la sepia y el rape, cada uno a su manera, y todo ello seguido de ternera blanca con setas. En algún momento de la batalla culinaria, el somelier aporta sus ideas: "Hay que buscar soluciones; la vida es lo suficientemente complicada, como para que vengan aquí y se la compliquemos más aún!", y sirve el vino a modo de solución.
El menú Evolution evoluciona con cada plato, demostrando una vez más el quehacer de Santi Santamaría. Platos sencillos y humildes, como le gusta explicar a Santamaría, en los que los protagonistas son los ingredientes. Aquí, como es el estilo del chef, prima la búsqueda del mejor sabor y textura. A más de 100 metros por encima de la autovía, el Evo es el tercer escenario sobre el que Santi Santamaría deleita a sus invitados, muchos de los cuales deben conocer los otros dos restaurantes que mantiene, premiados con sus respectivas estrellas Michelin: tres en Can Fabes y dos en el Santceloni de Madrid.
En la pecera con vistas del Evo, tras un punto y seguido se acerca el carrito de los quesos con una selección extensa y exquisita. Y cuando ya parece que no ha lugar para más disfrute, uno no puede evitar probar el suflé de chocolate con helado de vainilla o las frutas del bosque con gengibre y helado.... Obviamente, el comensal no recordaba, a estas alturas, que el menú prometía unos petit fours a los que inevitablemente, y ya a regañadientes, se enfrenta, y se somete. Cuando el festival Evo acaba, el comensal es claramente una persona más feliz que antes.
Restaurante EVO Hesperia Tower Gran Vía, 444 08907 Barcelona
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