Barcelona: Restaurantes con vistas

Texto: Barbara Schwarzwälder

Quien conoce el Montjüich, la montaña que limita Barcelona hacia el sur, puede intuir lo que supone un restaurante con vistas ubicado allí arriba. En la montaña más bella de Barcelona hay lugares con vistas espectaculares sobre la ciudad, como recordarán quienes vieron los saltos en la piscina olímpica durante los Juegos del 92, que ocurrían sobre el fondo de unas panorámicas arrebatadoras de la ciudad. El Xalet está construido en un lugar así, con vistas generosas sobre una buena parte de Barcelona. El comensal lo intuye cuando su vehículo sube por las curvadas calles del Montjüich y pasa por delante de algunas de las instalaciones emblemáticas de los Juegos Olímpicos como el estadio. El Montjüich es la montaña mágica de Barcelona, y todo establecimiento que se asiente allí ya cuenta con la ventaja del aura especial que la ubicación aporta.

Así, cuando el comensal entra en el recinto del Xalet, se enfrenta a una magnífica panorámica de Barcelona. El edificio propiamente dicho, una construcción antigua reformada, ocupa tres niveles con una terraza en cada altura, todas ellas exquisitamente decoradas con plantas, ánforas gigantescas y lámparas grandes; pero discretas, todo ello asentado sobre agradables suelos de madera, bañado en tonos teja como de chalet romano, creando un ambiente cálido y lo que uno piensa debería llamarse mediterráno. Los comedores con sus enormes ventanales están ordenados de tal manera que desde prácticamente todas las mesas se tienen vistas: El mar, las torres gemelas de la Villa Olímpica, la Sagrada Familia y la ciudad entera que se extiende hasta el mar por un lado y por el otro hasta la sierra de Collserola, la montaña que marca el límite norte de la ciudad.

La vista casi alcanza, incluso, la montaña del Valle Hebrón, donde se ubica la masía Can Trevi Nou, el primer restaurante del grupo, un clásico. Allí, el decorado es tradicional de masía, y comer en ese refugio se traduce en una huida del estrés cotidiano y urbanita. También en El Xalet de Montjüich, uno se siente automáticamente como si estuviera de vacaciones, con Barcelona a sus pies. Camareros muy atentos y el hecho de que el restaurante sea frecuentado por extranjeros contribuyen al efecto vacaciones.

El comensal llega a la mesa, pues, con muy buen sabor de boca; la recepción hecha un excelente entrante. Parece que la ubicación, el diseño y las vistas resten importancia a la carta. No es eso, pero sí enmarcan todo el hecho gastronómico en un marco ya de por sí espléndido, en el que el chef, José Antonio Gallardo, dispone de un escenario perfecto para exhibir sus habilidades.

La oferta culinaria del Xalet sigue en la honda del marco: Exquisita, elegante, mediterránea, con una gama no muy extensa de platos a escoger, pero sabiamente combinados. El chef ha escogido platos de marcado carácter mediterráneo, tradicionales pero con un toque de innovación, y los ha combina con otros más elaborados y osados. En la segunda categoría entran los chupa-chups de foie con queso fresco y manzana confitada y mezclas exóticas como el bogavante salteado con garbanzos y cilantro. Tempuras, fois y salsas mezcladas con mayor o menor sofisticación componen el resto de la carta. Hay concesiones al diseño en los platos, como es inevitable, en una medida saludable. Entrantes, platos de pescado y carne, postres - Todo bien basculado entre clásico e innovador. La misma mezcla se observa entre los camareros: Los hay muy jóvenes e inexpertos, pero les acompañan otros más veteranos; todos ellos verdaderos profesionales que se dedican a mimar al comensal.

Por lo que al vino respecta, la carta es sumamente extensa. Hay vinos para impresionar, tanto en nombre como en precios, y vinos más asequibles pero también sensatos. Todas las regiones de vino españolas están bien representadas, así como alguna que otra bodega extranjera.

Los postres no se quedan atrás. El camarero encargado del carro de postres tiene problemas para conducirlo por entre algunas mesas; pero eso no perjudica para nada los manjares que en él transporta: Alguna fruta, algún postre clásico y numerosos pasteles, todos ellos de excelente producción, como el espléndido pastel crujiente con frutos secos y chocolate amargo.

La cena transcurre en un ambiente amable, distendido, cálido y elegante. No se puede pedir mucho más por un precio que gira en torno a los 65 euros por comensal. Por momentos, uno teme que cuando se acerquen las verdaderas avalanchas de clientes, como ocurrirá en los meses de verano, los camareros no dén abasto. Pero la apuesta es claramente vencedora: Con Barcelona a sus pies, cristaleras y amplias terrazas con vistas espectaculares, el Xalet tiene muchos puntos a su favor. Y, de hecho, los que pueda tener en contra, si los hay, permanecen bien ocultos.

Avda. Miramar 31
08038 Barcelona
Tel.: 93 324 9270

abierto todos los días del año
de 13.00 a 01.00 horas.