Texto: Brigitte Müller
Fotos: Stephan Oeller

Los sofás rojo chillón contrastan con la pared lila y marcan la pauta de la atmósfera luminosa y agradable de Allora Qui. No huele a grasa, no se oye ruido molesto de platos, el personal, joven, ha cambiado aquí la camisa blanca y el chaleco por una camiseta y un delantal largo.
Alberto Solueta está teniendo éxito con su receta: menú asequible al mediodía y restaurante de moda por la noche. Almorzar a 10,80 euros en una atmósfera moderna y nada convencional, donde uno también puede llevar sin problemas a compañeros del trabajo o a superiores. “Cazuela de pochas tiernas con almejas en salsa verde”, “huevos con morcilla y patatas confitadas” y “flan de chocolate”. La regla básica es tan simple como efectiva: ingredientes frescos asequibles, determinados por la época del año y preparados sin grandes complicaciones, pero siempre con ese algo, como por ejemplo la salsa verde de mariscos.

En la calle Manuela de Malasaña, entre el barrio de Malasaña, frecuentado por la gente joven, y los comerciantes y empleados del otro lado de la Glorieta de Bilbao, hay muchos más locales donde el diseño moderno, el servicio amable y una presentación esmerada convierten el almuerzo diario en todo un pequeño acontecimiento.

Hace tres años, el NINA fue el primer restaurante de la calle en el que local moderno no era igual a tener que rascarse los bolsillos. Los altos techos, los grandes ventanales y el ladrillo visto dan un aire especial a las dos amplias salas. El menú cuesta aquí 11,30 euros, en la carta se pueden encontrar “ensalada de ahumados sobre lecho de escarola y lechuga de vinagreta de eneldo“, “caldereta de cordero de Castilla Especial NINA Madrid con patatas fritas en cuadradillo” o “chipirones encebollados en su propia tinta con flan de arroz salteado con puerro” y “fruta de temporada”. También en NINA se calcula todo rigurosamente, los nombres tan detallados de los platos no se corresponden necesariamente con la pulida cocina de autor; en el plato del día, que va cambiando, cuenta la cantidad, el precio incluye también la atmósfera, por la que se paga a gusto.

En la esquina, justo al lado de la Glorieta de Bilbao, está Mombay, otro restaurante en el que la freidora está prohibida y uno paga a gusto dos euros más por la estética en la presentación de los platos y la discreta decoración. Aquí se puede comer por unos 13 euros. Un menú típico se compone de “crema de Calabacín con lascas de parmesano“ y “milanesa de lomo a la napolitana con puré bicolor“. La cocina se inclina más por lo tradicional que por lo exótico, pero preparado de forma sabrosa y presentado de forma artística en platos cuadrados, de modo que una palometa al horno con acelgas y ajo tiene un toque de nouvelle cuisine. La discreta música de fondo consigue crear un ambiente relajado; en el primer piso, la luz se ha empleado de forma moderada y parece que la penumbra amortigüe incluso el ruido de platos.

De nuevo en la calle Malasaña hay al menos otro local que se aparta del almuerzo de masas. El restaurante Xin muestra que hace tiempo ya que la cocina asiática en Madrid se ha alejado del chop suey de los típicos restaurantes chinos y ofrece cocina a buen nivel y a un precio asequible. De primero se pueden comer unos “ravioli vietnamita al vapor”, hechos de masa de pasta, con verduras y gambas; luego se puede tomar, por ejemplo, “rollitos vietnamitas fritos”, que están enrollados con menta en una hoja de lechuga, y después, “gambas en salsa de curry verde” o “wok de huertas multicolores”. El menú cuesta 9,25 euros, pero no es apropiado para quien tenga mucha hambre. Al contrario que en otros sitios, aquí no cambia el menú diario. En el restaurante, muy profundo, no entra la luz de la calle, pero la iluminación de las paredes y el color claro de éstas, con muy pocos adornos asiáticos, dan a la sala una atmósfera agradable.

El tour del almuerzo puede continuar por el barrio. Está la Isla del Tesoro donde se puede comer cocina vegetariana en un ambiente de cazatesoros o el pequeñísimo Il Regno de Napoli, con sus platos de pasta por 10 euros en la calle San Andrés.

Y, naturalmente, todos estos restaurantes abren el fin de semana y por las noches. Comer a la carta es un poco caro, pero se nota también en la preparación de los platos. Los clientes del NH Alberto Aguilera y del nuevo Ibis Hotel, así como el público del Teatro Maravillas, se mezclan entre los vecinos y se encargan de que los restaurantes estén llenos y su público sea variado.

El NINA ha hecho suya una tradición centroeuropea y los domingos ofrece a quienes se despiertan tarde un brunch de 12:30 a 17:30 horas (18 euros). Se trata de una mezcla de desayuno, aperitivo y almuerzo. Los noctámbulos y quienes gustan de comer tarde encontrarán aquí su sitio: los viernes y sábados, la cocina cierra a las 2 de la mañana. En Mombay, en la calle Carranza, los viernes y sábados se puede cenar algo caliente hasta la 1 de la mañana. En Allora Qui, lo precios son también módicos por la noche y el fin de semana, y cada plato tiene al menos un ingrediente que lo convierte en algo especial, como la compota de peras y cebolla que ponen como guarnición del queso de cabra gratinado, o como el vodka en los spaghetti negros con gulas y ajo o el mousse de foie y manzanas de la hamburguesa de pato. Digna de mención aquí es la carta de vinos, que ofrece una gran selección a precios asequibles, que va más allá de la carta estándar de vinos de la mayoría de los restaurantes.

Allora Qui. Calle Manuela Malasaña, 33. 28004 Madrid.Tlfn.: 91 593 9386. Fumadores. Todos los días, 13:30-16:00 y 21:00-24:00.
NINA. Calle Manuela Malasaña, 10. 28004 Madrid. Tlfn.: 91 591 0046. Fumadores y no fumadores. L-S 13:30-16:30. D 12:30-17:30 Brunch.
D-J 20:30-1:00. V-S 20:30-23:30 y 23:30-2:00.
Mombay. Calle Carranza, 3. 28004 Madrid. Tlfn.: 91 444 0496. Fumadores (planta baja) y no fumadores (planta superior). Todos los días 13:00-16:00 y 20:30-23:30. V y S hasta 1:00.
Xin. Calle Manuela Malasaña, 5. 28004 Madrid. Tlfn. 91 446 5888. Fumadores (hasta nueva orden). Todos los días 13:30-16:00. L-S 21:00-24:00.